RSE Y CADENA DE VALOR
La cadena de valor es una herramienta estratégica usada para analizar las actividades de una empresa y así identificar sus fuentes de ventaja competitiva. A partir de una breve revisión bibliográfica se ampliará el concepto y su utilidad.
En las últimas 30 décadas, el
concepto de cadena de valor ha ido evolucionando a partir del modelo teórico de
Michael Porter, que permite analizar las actividades primarias y de soporte de
una empresa para determinar cuáles de ellas agregan valor al proceso
productivo, y con base en esto construir una ventaja competitiva.
Considerando que la cadena de
valor representa todas las actividades que una empresa realiza al hacer
negocios, ésta puede servir como marco de referencia para identificar sus
impactos tanto positivos como negativos, en lo económico, social y ambiental,
es decir en materia de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) o
Sustentabilidad.
Estas actividades pueden ir desde
políticas de contratación y despido, hasta emisiones de gases invernadero,
pasando por prácticas anticorrupción, de gobierno corporativo, de reciclaje, de
eliminación de envases, de mercadotecnia responsable, entre muchas otras, que
hoy son consideradas parte de la RSE de la empresa y que bien gestionadas
pueden desarrollar una importante ventaja competitiva.
Sin embargo, actualmente, el
concepto de cadena de valor también se entiende como la secuencia de
actividades y partes involucradas en el proceso productivo, que proveen o
reciben valor en forma de productos o servicios (como así lo define la norma
internacional ISO 26000 de responsabilidad social). De esta manera, la cadena
de valor de una empresa, además de los procesos internos, está constituida por
sus proveedores, subcontratistas, distribuidores, clientes, y en general,
cualquier otra organización con la que se tenga una relación de negocio.
Por ello resulta de suma
importancia, para cualquier empresa, involucrar a su cadena de valor en temas
como su propia RSE, y así poder alinear estrategias, fortalecerse, y evitar
cualquier riesgo que pudiera repercutirles en el posicionamiento de su marca,
su participación de mercado, su productividad, etcétera, ya que muchas veces se
tienen identificados y muy bien gestionados los impactos que directamente
genera la operación de la empresa pero se desconocen o se descuidan los que
podrían surgir en la cadena de valor y que no dependen al 100% de la empresa.
En este sentido, cada vez es más
común que las grandes empresas busquen acercarse a sus cadenas de valor, para
comunicarles o transferirles algunas de sus buenas prácticas de RSE. Algunas lo
han hecho a través de códigos de conducta para sus proveedores y/o
distribuidores, otras han desarrollado complejos sistemas de evaluación y
monitoreo de una parte o de toda la cadena, y algunas más ofrecen capacitación,
consultoría y acompañamiento en estos temas a las empresas más pequeñas.
De igual manera, hoy en día se
pueden encontrar diversos ejemplos de grandes empresas que realizan en sus
cadenas de valor procesos de auditoría en cuanto a estándares laborales o
prácticas anticorrupción, así como los llamados due diligence en materia de derechos
humanos o prácticas medioambientales.
En este sentido, resulta muy importante que no
sólo las grandes empresas pongan de su parte, sino que especialmente las
pequeñas y medianas empresas que participan en estas cadenas de valor, se
involucren cada vez más con el tema de RSE, lo cual les ayudará a mejorar su
desempeño en materia de sustentabilidad, además de permitirles acceder a nuevos
clientes y mercados mucho más sensibilizados a estos temas, fortaleciendo a
toda la cadena.
https://www.eleconomista.com.mx/opinion/La-RSE-en-la-cadena-de-valor-20170822-0040.html
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